La estrella y la princesa
Rocío
13:16:00
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Erase
una vez una hermosa princesa, que estaba atrapada en lo más alto de
la torre del castillo negro. El castillo estaba custodiado por un
enorme dragón, el más temible de todo el reino.
Pero
un buen día, un valiente y guapo príncipe llegó al castillo negro
para rescatar a la princesa. Nuestro héroe sacó su espada para
enfrentarse al dragón y entonces....
- Bla, bla, bla, bla. Menudo rollo, siempre igual. Un valiente príncipe y una hermosa princesa en apuros. Mamá ¿es que la historia nunca va a cambiar?
- No todas son iguales Daniela.- Responde su madre con dulzura mientras la arropa. - Tienes una estantería llena de cuentos. Podemos escoger otro.
- ¡Es que ya me los has leído todos tres veces! Su madre, con una sonrisa en los labios, de esas que parecen esconder un secreto, acerca una silla y se sienta al lado de la cama de su hija.
- ¿Sabes una cosa? El mundo está lleno de historias: muchas fueron escritas y miles de ellas solo contadas. Algunas son muy antiguas y vienen desde muy lejos. Viajan entre las estrellas y las conocemos porque se cuelan en nuestros sueños. Te voy a contar la historia de una princesa muy peculiar. No te preocupes, no es como todos los demás.
Cuentan
las hadas que en la Luna, hay un castillo que sólo puede verse desde
la tierra: cuando la noche es clara, la Luna esta llena, y siempre y
cuando creas en la magia de las hadas buenas. Dicen que ese castillo
tiene una torre muy alta. Desde la cual se puede observar, como los
planetas giran alrededor del sistema solar.
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Una
noche, un hada me contó que en aquella gran torre vivió una vez una
hermosa princesa...
- ¡Mamá! ¡ya empiezas otra vez con lo mismo!
- Ten paciencia Daniela.- Ríe su madre. - Verás como este cuento te sorprenderá: Como decía....
La
princesa se llamaba Lun, y vivía sola en aquella torre. Nadie la
había secuestrado. Nadie la había obligado. ¡Ella misma se había
encerrado!
Desde
que nació, la princesa Lun había estado rodeada de personas que la
querían de mil maneras distintas. Y lo mejor de todo es que ese amor
siempre era noble, puro y venía del corazón. La princesa Lun
correspondía a ese amor, y sin importar quienes fueran: padres,
hermanos, primos, amigos o criados. Con sus virtudes y sus defectos,
los amaba a todos sin excepción.
Sin
embargo, poco a poco, todos y cada uno de ellos abandonaron el
castillo. Se fueron para cumplir sus sueños; y la princesa Lun se
quedó allí, sola.
La
tristeza lo envolvió todo a su alrededor: Su alma se oscureció y su
hermosa sonrisa desapareció. Todos a los que alguna vez quiso se
habían ido. Por eso: cuando el dolor se hizo demasiado fuerte,
cuando no pudo soportarlo más; se encerró en lo mas alto de la
torre del castillo. Así estaría lejos, muy lejos, y nada ni nadie
podría hacerle daño.
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En
una ocasión la princesa observaba el universo desde su balcón.
Cuando de repente, un cometa cruzó el firmamento. El cometa iba tan
deprisa que golpeó a una estrella, la hirió y la hizo caer.
La
princesa rápidamente alzo los brazos, y cogió a la estrella entre
sus manos. Aquella pequeña estrella tenía un brillo muy especial;
ya que era una de las pocas estrellas que pueden hacer tus deseos
realidad.
Durante
días, la princesa Lun cuidó de la estrella. La mimaba, siempre
estaba pendiente de ella. Sin apenas darse cuenta, el brillo de
aquella estrella ablandó su corazón, y poco a poco la princesa Lun
volvió a sentir amor.
Fue
entonces cuando la estrella se curó. Tenía que volver a casa junto
a sus hermanas. Pero la princesa no quería dejarla marchar. Esa
pequeña y brillante estrella le había devuelto la sonrisa. Ya no
pasaba las horas llorando por las personas que la habían dejado.
Ahora las recordaba con cariño, y les deseaba suerte donde quiera
que estuviesen.
Muy
arriba, entre las Lunas y Planetas, las demás estrellas lloraban.
Echaban de menos a la más pequeña. Incluso los niños en la tierra
la extrañaban: la buscaban a través de sus ventanas, para pedir un
deseo antes de irse a la cama.
Al
ver todo el daño que su egoísmo estaba causando, la princesa Lun
se entristeció. Y aunque no quería hacerlo, aunque el dolor en su
corazón era muy intenso; cogió a la estrella y la devolvió a su
lugar en el universo.
Sin
embargo, al ver lo feliz que estaba la estrella por volver a su
hogar, su tristeza se esfumó. También los niños en la tierra
estaban muy contentos. Ahora volverían a encontrar a su brillante
amiga en el cielo, cada vez que quisieran pedir un deseo. ¡FIN!
- ¿Cómo?- exclamó Daniela con sorpresa.
- Ya es hora de irse a la cama.- dice su madre con una risita apagando la luz de la mesilla.
- Pero...¿Que pasó con la princesa Lun? ¿Se volvió a quedar sola en el castillo? ¡Cuéntame más Mamá! ¡Así con la intriga no me puedes dejar!
Google Imagenes - Esta hada no estaba muy segura.- Continua su madre sonriendo.- Pero me dijo que otra hada le contó: que al ver todo el amor de los niños hacía la estrella; la princesa Lun bajó a la tierra. Se convirtió en cuenta cuentos, y le contó esta historia a todos los niños y niñas del mundo. Para que así pudieran entender: que ver a las personas que queremos ser felices, aunque estén lejos, es el mejor de los sentimientos. Ya que ese amor nunca morirá, y viajará a través del universo; superando las barreras de la distancia y el tiempo.
FIN,
FIN.
Rocío Cumplido González
Cuento publicado en la Revista bulevar nº109