-Patas
de gallo, piel de esparadrapo, que los niños jueguen por todos lados.
Como cada treinta y uno de Octubre las tres
hermanas brujas: Harapienta, Olorienta y Calamidad se reúnen en su caverna en
las profundidades de la montaña de los hechizos. Para celebrar la víspera de Halloween, también llamada
noche de brujas. Una noche en la que todos los monstruos, duendes y elfos salen
pasear con tranquilidad, pues nadie de
ellos se va a asustar. Los niños de todos lados corren por las calles
disfrazados, gritando “truco o trato” en todas las casas de su vecindario.
Solo las tres brujas se quedan en casa,
porque todos piensan que son brujas malas; pero eso no es verdad. Las tres
hermanas, son unas brujas muy buenas,
que siempre tratan de ayudar; más su aspecto a todo el mundo echa para tras. Son
altas; flacuchas, sus cabellos son largos, grises y encrespados; pero lo que
más repelús de ellas provoca, es su estaña piel: es verde, arrugada y sus manos
están llenas de escamas.
Todos temen a las tres brujas buenas y se
mantienen alejados de ellas. Los niños conocen terribles historias sobre las
brujas. Historias de miedo que cuentan los padres para que sus hijos se comporten
como niños buenos:
- Nico, como no te comas todo el brócoli,
las brujas vendrán esta noche a por ti, te cocinarán en su enorme cazuela y te
comerán.
Las pobres brujas han intentado cambiar esa
impresión; pero siempre pasa algo que consigue estropearlo.
En una ocasión las tres brujas cocinaron
galletas de canela para todos los niños de la ciudad; pero de alguna manera, no
se sabe como; una poción calló dentro de la masa de las galletas, haciendo que todos
los que las comieran, le salieran granos por toda la cara.
Las tres brujas han tenido tan mala suerte en
sus intentos por caer bien a sus vecinos, que incluso piensan en mudarse a otra
ciudad; pero a Calamidad, la más joven de las tres no le gusta nada esa idea:
-¡Yo no quiero irme a ninguna parte!-chilla
la joven bruja desesperada.
- Este es nuestro hogar. Aquí nos hemos
criado: hemos aprendido a gatear, a andar, a crear pociones con amapolas y
margaritas. Y en aquel descampado, papá nos enseñó a volar con aquella
horrorosa escoba rosa. ¡No podemos irnos! Todos nuestros mejores recuerdos
están aquí.
-¿Y que pasa con los malos recuerdos?- dice
Harapienta, la más mayor de las tres.
-¿O es que no recuerdas las bromas, las
injurias o los cuentos de miedo que han inventado sobre nosotras? Estoy cansada
de intentar caerles bien. Calamidad se acerca a su hermana para intentar
consolarla. Pone una mano sobre su hombro; pero Harapienta no esta de humor y
se retira a su cuarto a descansar.
Calamidad triste y desilusionada pasa la
tarde caminando por los senderos de la montaña de los hechizos. Intentando
encontrar una mágica solución; pero como solía decir su padre: “A veces, las
grandes gestas, sólo requieren pequeños gestos”.
Calamidad repite esa frase en voz alta y
justo en ese instante una suave brisa de otoño la rodea enmarañando su largo
cabello grisáceo.
De repente y sin venir a cuento a Calamidad
se le ocurre una idea que puede resolver todos sus problemas; pero antes de
volver a casa para poner en marcha su plan; alza la mirada al cielo, cierra los
ojos y le susurra al viento:
-
Gracias
papá, te quiero.
Al
llegar a casa, Calamidad cuenta a sus hermanas su gran idea; pero Harapienta
que sea tan estupenda:
-No cuentes conmigo- dice su hermana,
visiblemente enfadada. No pienso hacer semejante ridículo delante de los
vecinos.
- ¿Podríamos intentarlo? ¿Qué podríamos
perder?- pregunta Calamidad con entusiasmo.
Olorienta, la hermana mediana se apresura a
intervenir entre las dos hermanas; pues sabe muy bien como es Harapienta cuando
se enfada.
- Por favor hermana, no deseches la idea
tan a la ligera ¿Y si nos colocásemos unas mascaras? Nadie nos reconocería. Harapienta
sopesa durante unos instantes las ideas de sus dos hermanas:
- Está bien- dice al fin Harapienta.
–Haremos lo que decís; pero si no sale bien, mañana mismo colgamos nuestros
bultos en las escobas y nos vamos volando de esta ciudad ¿entendido?
- ¡Entendido¡- dicen Calamidad y Olorienta
a la vez. Las brujas cogen todo lo necesario y caminan hasta la ciudad. Lo
hacen por el camino menos transitado, para que nadie se pueda percatar de lo
que esta a punto de pasar.
Mientras en la calle principal, los niños
van de acá para allá, llamando a todas las casas para pedir deliciosas
golosinas. Hasta que un niño disfrazado de hombre del saco ve algo extraño en
medio del barrio:
-¡Un Teatro! ¡Un Teatro! Poco a poco todos
los vecinos se reúnen para curiosear:
-Vaya, no sabía que fuese a haber una
función.- dice el señor alcalde poniéndose justo delante del escenario.
Las luces se apagan, y las tres brujas
salen de detrás del telón; pero esta vez nadie se asusta. Ya que llevan puestas
las mascaras, que les tapan toda la cara.
Las brujas empiezan a representar su
función. La cual intentan mostrar que las brujas no son malas, si no que son
seres buenos que están aquí para ayudar a los demás. El publico reunido aplaude a cada ocasión e
incluso ríen a carcajadas, porque Olorienta no para se pisarse los pies y
tropezar.
Todo iba a las mis maravillas. Hasta que
una niña sentada en la primera fila, se le escapa el globo que su padre le
había comprado. Calamidad sin ni siquiera pensarlo, sale volando para agarrar el
globo antes de que este suba demasiado alto. Ahora todos pueden ver que las
brujas les han engañado.
-¡Quieren comernos vivos!- chilla el señor
alcalde. El señor alcalde tiembla tanto, que hasta sus michelines parecen estar
asustados.
-¡Quieren secuestrar a nuestros hijos!-
dice una voz allá, por el fondo. Todos corren despavoridos buscando a sus hijos
para llevarlos de vuelta a casa; pero una pequeña niña suelta la mano de su
madre y en contra de sus suplicas se acerca a una de las brujas.
La pequeña niña sube los escalones del
escenario y se acerca hasta donde esta Harapienta. La niña agarra la larga
falda de la bruja y tira de ella. Harapienta se agacha para poder estar a su
misma altura. La niña, alarga su pequeña mano y despacito, muy, muy despacito
despoja a Harapienta de su horrenda mascara.
La niña que ahora puede ver a la bruja con
claridad y desde muy cerca, no se muestra asustada ante ellas. La pequeña niña,
mira a la bruja con curiosidad, directamente a los ojos, como si buscara un
tesoro escondido en algún recóndito y oscuro lugar. La niña sonríe al fin ya que parece haber
encontrado el dichoso tesoro y con delicadeza retira el fino cabello gris que
cubre el rostro de la bruja:
- Ahora todos podrán ver tus preciosos
ojos- dice aquella preciosa niña con una envidiable dulzura. Tanto a Harapienta
como sus hermanas no pueden evitar que se les salten las lágrimas.
- Quitaos vuestras mascaras- dice
Harapienta a sus hermanas. - Ya que ahora nos miran desde el corazón.
Cuando Olorienta y Calamidad alzan la vista
ven lo que pasa a sus pies. Abajo del escenario, no son las únicas que están
llorando. Muchos de sus vecinos tienen también la lágrima saltada; pues se han
dado cuenta que han juzgado mal a las tres brujas buenas.
Calamidad esta tan contenta; que lanza un
hechizo al cielo, para que de las nubes salgan cohetes que estallen, creando
increíbles fuegos artificiales.
Como todo a salido mejor de lo previsto,
las brujas no se van a ninguna parte, se quedan a vivir para siempre con sus
vecinos. Los cuales, han aprendido que la mejor forma de ver a las personas, es
mirándolas a través de los ojos del corazón.
FIN
Rocío
Cumplido
no sabes que delicia ha sido leer tu cuento, sino un honor que me permitieras hacerle un dibujito :) eres mi hada favorita!!!! :D
ResponderEliminarDicen que jamas debes juzgar un libro por su cubierta, ¡y creo que a todos nos consta!
ResponderEliminarBajo este mensaje y refiriendo a la fiesta de todos los santos, o Samhain, o Halloween o Día de Muertos o Noche de brujas, es eso mismo lo que se celebra.
Antes de que llegue el invierno, la tierra se deshace de todo, quedando desnuda para pasar unos meses recluida en su interior, los hombres hemos relacionado todo esto con la muerte, la muerte de la tierra, las hojas caen, y el verde se convierte en gris, esperando un mejor momento para renacer.
Igual que en tu historia, este es un momento para tirar las hojas y las máscaras, hora de morir a todo aquello a lo que estamos atados para renacer en nuevas conciencias, mas maduras y grandiosas.
¡Estupenda historia Rocío! Felicidades
Una historia muy bonita! Ojala mas de una persona aprenda a mirar a traves de los ojos del corazon
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