domingo, 21 de junio de 2020

Casi un hada madrina

13:19:00 1 Comments
(cc) 2020 Rocío Cumplido González #cuentodiscapacidad #cuentoamistad #diversidadfuncional

Casi un hada madrina

Alina era una niña, que hace no tanto tiempo, se paraba a pisar una piedra blanca antes de entrar al colegio.

Allí justo encima cerraba los ojos y juntaba los pies. Pensaba en su hada madrina y le pedía los dos mismos deseos una y otra y…, otra vez.

— Deseo tener amigos y ser normal.

— ¡Deseo tener amigos y ser normal!

— ¡DESEO TENER AMIGOS Y SER NORMAL!

 Pero su hada madrina era ya muy anciana y estaba sorda como una tapia.

— ¿Qué dice esa niña tan gritona?; ¿que desea tener abrigos y ser mona?

La directora de la escuela “Guardianes mágicos” buscó a alguien que se hiciera cargo de Alina; pero las mejores hadas madrinas estaban ocupadas con otro niño o niña.

— Yo me haré cargo de ella—dijo el hada Maliné.

Maliné era casi un hada madrina; pero no todavía…

En su último examen, ¡un niño acabó con el pie atrapado en el váter!

— Estarás a prueba— dijo la directora muy seria—, y será tu última oportunidad. Si no logras que sus sueños se hagan realidad, no serás un hada madrina nunca jamás.

Tú que ya has leído muchos cuentos de hadas, piensas que va a ser una tarea sencilla y rápida.

Sin embargo, esto no es “La Cenicienta”. No vale decir Badi, dibadi, dibú y todo se arregla.

Un hada madrina es la vocecita que te aconseja qué camino seguir; pero la decisión final y el trabajo duro salen de ti.

Con esta lección bien aprendida, el hada Maliné va en busca de Alina.

La encuentra en el parque, escondida bajo  un tobogán. Cerca un grupo de niños también  la buscan; pero no la consiguen encontrar.

— Sal brujita, sal de donde quieras que estés—dijo uno—, te prometo que nada malo te haré.

Por suerte Alina no le creyó, y estuvo allí escondida hasta que el niño se marchó.

— ¡Ahora es mi oportunidad!—pensó el hada volando hasta el tobogán.

Allí entre las sombras, el hada vio por primera vez la cara de la niña y  descubrió porqué pedía esos dos deseos todos los días.

Alina era Síndrome de Down.

En su clase nadie quería ser su amigo, ni jugar con ella. La llamaban brujita, cara rara y cosas más feas.

El hada Maliné pensó y pensó en lo que podía hacer.

— Solo uno de sus deseos puede hacerse realidad y tiene que conseguirlo ella sola, sin ayuda de nadie más.

 ¡¿Cómo lo haré?!

En ese momento la voz de otra niña llamó su atención.

— ¡Dame mi pañuelo ya!

Los mismos niños la estaban molestando.  Tenía un pañuelo que usaba para tapar una mancha en la frente y no querían dárselo.

— ¡Es mío!—gritó intentando cogerlo.

Pero los niños se lo estaban pasando muy bien y lo lanzaban de uno a otro para que no lo pudiera coger.

— ¡Dejadla en paz!—gritó Alina  poniéndose en medio.

Los niños se sorprendieron al ver a Alina, defendiendo a una niña que no conocía.

— Devolvedle su pañuelo o si no…

— ¿O si no qué?—preguntó el cabecilla del grupo—. ¿Te enfrentarás a nosotros?

¡JA, JA, JA!

¡JA, JA, JA!

¡JA, JA, JA!

Alina agachó la cabeza.  Parecía que nadie más, aparte de esa vocecita de su interior creía en ella.

Y cuando estaba a punto de salir corriendo…

— ¡Juntas lo haremos!—. Afirmó la otra niña cogiendo la mano de Alina—. Nos enfrentaremos a vosotros y saldréis perdiendo.

Los niños empezaron a temblar y ya no estaban tan seguros de que pudieran ganar.

Soltaron el pañuelo y salieron huyendo. Nunca más se enfrentaron a las niñas, ya que desde ese día se convirtieron en grandes amigas.

— Has hecho un gran trabajo—afirmó la directora de la escuela de las hadas, apareciendo al lado de Maliné—. Ya eres un hada madrina y podrás ayudar a muchos niños y niñas.

— ¿De verdad?—preguntó dudosa—. No he conseguido que uno de sus deseos se haga realidad. Nunca será una niña normal.

— ¡Es que ya es una niña normal!—exclamó la directora—. Es feliz, tiene una amiga de verdad y muy pronto hará muchos amigos más.

La directora y el hada Maliné volvieron a la escuela “Guardianes mágicos”. En una excursión, un grupo de niños había tirado cientos de monedas a la fuente de los deseos.

— ¡No podemos perder el tiempo!


Fin.

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