Su primera Navidad
Rocío
15:14:00
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En todo pueblo y ciudad hay tres pistas
para saber si la Navidad ha llegado ya: Las calles se llenan de puestos de
castañas. Los niños cantan villancicos
con una sonrisa en la cara. Y alguien en casa, arranca la penúltima página del
calendario. ¡Ya está aquí Diciembre y Lucía aún no tiene nada preparado!
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— Esta tiene que ser
la mejor Navidad del mundo mundial— afirmó muy convencida.
— ¿Y eso por qué?—preguntó
su mamá meciendo al pequeño Gabriel, intentado que se durmiera de una vez.
— ¡Porque va a ser su
primera Navidad!— exclamó la niña al tiempo que estrujaba los mofletes a su
hermano, que todavía no tenía ni un año.
Ese día Lucía anunció que ella
sería la jefa de la Navidad; e hizo una lista para conseguir que fuera
realmente especial:
1º La tita y yo
colocaremos las bolas en el árbol y Gabriel pondrá la estrella en lo más alto.
2º La abuela y yo
haremos galletas de mantequilla.
3º Tenemos que esconderlas en un lugar muy
secreto, para que no se las coma en abuelo antes de tiempo.
4º También podemos esconder chocolatinas en el
árbol de Navidad y jugar a ver quién encuentra más.
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Aquella noche Lucía estaba tan
cansada, que se quedó dormida mientras su mamá le leía su cuento favorito de
Navidad. Solo el pequeño extraterrestre que se
ocultaba tras las cortinas de su ventana, llegó hasta la parte de “y colorín colorado, este cuento se ha
terminado”.
En cuanto se apagaron
las luces y estaba seguro de que todos se habían acostado, el extraterrestre entró y buscó el pesebre por
toda la habitación; pero hizo tanto ruido, que al final
Lucía se despertó.
— ¿Quién eres tú?—
preguntó la niña aún medio dormida.
El extraterrestre se
asustó tanto al ser descubierto, que su piel azul de repente, se volvió violeta
y de sus mejillas empezaron a salir chispas, ¡parecían dos bengalas encendidas!
En ese momento a Lucía le entró
la risa, como cuando su papá le hace cosquillas.
— Shhh ¡para ya!—suplicó el
extraterrestre—. ¡Vas a despertar a tu hermano y a tus papás!
Cuando la niña se calló, el
extraterrestre se presentó. Su nombre era Píkaro y había viajado desde una
galaxia muy lejana para aprender más sobre las personas y la Navidad:
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— He escuchado tantas historias
diferentes de cómo celebráis la Navidad, que ya no me pude aguantar más y cogí “prestada” la nave espacial de mi papá,
para venir a la tierra y verlo de verdad.
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— ¿Hay más de una forma de
celebrar la Navidad?— Eso fue toda una sorpresa para Lucía. De repente sintió mucha
curiosidad, quería saber más y le preguntó a Píkaro todo lo que se le ocurrió
sobre cómo celebran otros países esta fiesta tan especial:
—
¿Hay árboles de Navidad en las aldeas de África?
— ¿Comen turrón en el amazonas?
¿O se derrite por el calor antes de que llegue a la boca?
Algunas preguntas eran un poco
complicadas y quizás por eso, a Píkaro se le ocurrió una idea tan alocada:
— ¿Quieres venir conmigo y
descubrirlo?
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Píkaro y Lucía se montaron en la
nave espacial y antes de que la niña pudiera hacer la cuenta atrás, ya estaban
volando a súper-velocidad.
Su primera parada fue Nueva
Zelanda. Allí en Diciembre es verano, celebran la Navidad en la playa y comen
helado.
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Después siguieron rumbo a México,
donde visitaron las posadas y jugaron con los niños a romper las piñatas.
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Cuando llegaron a Japón; a Píkaro
y a Lucía les pareció un poco rarito, que su tradición navideña fuera comer pollo frito.
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En Filipinas se quedaron
impresionados con los farolillos gigantes. Casi brillaban más que las estrellas
fugaces.
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Pero lo mejor
fue cuando llegaron a Islandia. Allí conocieron a los Yule, unos seres mágicos que durante trece días reparten regalos y hacen travesuras a los
niños que han sido malos.
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Píkaro y Lucía
se pasaron toda la noche viajando. Visitaron muchos lugares más y descubrieron
tradiciones increíbles de verdad, muchas no te las puedes ni imaginar
Con los primeros rayos de sol,
Lucía ya estaba de vuelta en su habitación. Píkaro tenía que irse y aunque le
daba mucha pena, sabía que había llegado
el momento de despedirse:
— Gracias por acompañarme en esta
aventura— dijo Píkaro, mirando fascinado algunos de los suvenires navideños que
había comprado—. Ahora, cuando llegue a mi planeta convenceré a los demás para
celebrar nuestra primera Navidad.
Y de nuevo, a súper-velocidad,
Píkaro se alejó en su nave espacial. Viajo entre las estrellas y llegó sano y
salvo a su planeta.
Como Lucía no estaba ni un
poquito cansada, entró en la habitación
del pequeño Gabriel y se acurrucó en su diminuta cama con él. Al final se quedó
dormida pensando que aunque hay muchas formas de festejar la Navidad, lo
importante es celebrarlo con quien te quiere de verdad.
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FIN
Rocío Cumplido González