Eras atrás, cuando el mundo recién empezaba
a formarse, un enorme cometa cayó desde el cielo, hundiéndose por completo en
el suelo del recién nacido planeta Tierra. ¡Y gracias a Dios que lo hizo! Pues
antes de aquello en la Tierra no era posible que la vida surgiera.
El cometa cayó en una zona completamente
desierta, donde una pequeña semilla sedienta y seca agonizaba bajo la tierra
agrietada. El cometa esparció su magia por todo el planeta haciendo posible que
la vida comenzara a germinar: Las aguas fluían cada una por su caudal y las
plantas empezaron a florecer. Pero fue aquella pequeña semilla la que más magia
recibió, ya que el cometa justo encima de ella se estrelló.
De aquella semilla nacieron brillantes
raíces que se clavaron con fuerza en el suelo y, poco a poco, casi sin esfuerzo
alguno, un árbol muy especial emergió de aquel solitario lugar. Ese árbol era
un manzano.
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