-¡Ya casi es el día
chicos! ¡Ya casi llega la fiesta mas especia! ¡Ya queda poco para Navidad!- Para Amelia, esta
Navidad va a ser más importante que las demás, porque en Nochebuena será
ella quién ponga la estrella en lo más alto del árbol de Navidad que hay en la
plaza del pueblo. ¡Y es una responsabilidad enorme! Porque cuando Amelia coloque la estrella, todas las
luces de la plaza y del árbol se encenderán a la vez, para celebrar la fiesta
más increíble de todas. Las luces, también guiarán a los tres reyes
Magos para que vengan aquí, y así ningún niño del pueblo se quede sin el regalo
que pidió en su carta.
Una mañana, Amelia y
sus amigos caminan juntos a la plaza para ver los adornos que pondrán este
año; pero al llegar allí los niños descubren algo terrible y es que…¡No hay
nada preparado! No hay guirnaldas, ni bolas, ni luces en ningún lugar. Todo
esta como siempre, como si la
Navidad no estuviera a punto de llegar.
-¿Donde están los
adornos?- pregunta Amelia al alcalde del pueblo.
-No lo se niña, ¡los
adornos han desaparecido!- responde el alcalde muy preocupado.
- Los hemos buscado
por todas partes: En los huecos de los árboles, debajo de las macetas, en las casas de los vecinos, hasta hemos
mirado dentro de los pasteles del señor Antonio; pero no los hemos encontrado.-
dice el alcalde, relamiéndose los dedos llenos de pastel de chocolate.
Los días pasan, La Navidad se acerca y los adornos
siguen sin aparecer. Todos están muy preocupados y desanimados. Algunos vecinos
están tan tristes que ya han dicho que no van a celebrar la Navidad.
Pero Amelia no esta
dispuesta a rendirse. En Nochebuena, cuando todos están dormidos, la pequeña
niña se escapa de casa para adentrarse sola en el parque y preguntarles a
las hadas sobre la desaparición de las luces de Navidad.
Las hadas no están
seguras; pero le cuentan a Amelia que un día vieron al Duende Mico comportarse
de una manera muy extraña y que llevaba a todas partes una bolsa muy grande.
Mico es un duende
travieso y malhumorado al que no le gusta ni la Navidad , ni los regalos,
siempre esta haciendo trastadas a los vecinos y rompiendo los juguetes de los
niños.
Amelia va a buscar al
malvado duende a su escondrijo y le pregunta que ha hecho con los adornos del
árbol:
-Salté sobre ellos y
todos los rompí, jijijijijiji.- dice canturreando el duende malvado.
-¿Y porque lo hiciste?-
pregunta Amelia muy triste
-Porque no me gusta
nada la Navidad. En
Navidad sólo se come sin parar y los niños fingen ser buenos para que los reyes
magos les traigan algo el seis de Enero.
- ¡Eso no es verdad!-
exclama Amelia enfadada. La
Navidad es mucho más: Es Alegría, Buenos deseos y Amistad. Es
jugar en la nieve con mi hermano y darles a mis Papás muchos besos y abrazos.
-¿si? ¿Y que más es la Navidad ?- pregunta el
duende con mucha curiosidad.
- Es comer mucho
turrón y mantecados, correr detrás de la cabalgata de los tres reyes magos y es
la sonrisa de un niño antes de abrir su regalo- responde Amelia.
-¡Vaya, la Navidad parece algo
maravilloso!, Ahora me da mucha pena haberlo roto todo- dice el duende con los
ojos llorosos.
-Bueno, entonces
tienes que ayudarme a volver a iluminar la plaza del pueblo, para que todos
vuelvan a estar contentos.- dice la niña con una dulce sonrisa.
Amelia y el duende Mico
van a la plaza. Como no tienen bolas de Navidad, usan los pasteles del señor
Antonio y los ponen en el árbol como si
fueran adornos.
-¿Y que hacemos con
las luces?- pregunta el duende Mico.
- Eso no será un problema-
responde la niña. Amelia, lanza un silbido y en ese momento todas las hadas del
parque aparecen en la plaza. Las hadas, vuelan alrededor del árbol haciendo un
remolido desde arriba hasta abajo, echando polvo de hadas sobre las hojas. Este
polvo de hadas empieza a brillar y así devuelven las luces al árbol de Navidad.
Las luces brillan
tanto, que despierta a todos los vecinos del pueblo. Estos, llenos de
curiosidad se ponen sus zapatillas de casa y se van a la plaza para descubrir
que pasa.
Una vez todos reunidos,
el alcalde le entrega a Amelia una estrella echa de cartulina, que los niños de
su colegio habían pintado con cera amarilla.
Amelia, con mucho
cuidado, sube hasta lo más alto y coloca la estrella de Navidad en la copa del
árbol. Ahora todo el mundo aplaude emocionado, porque la Navidad al fin ha llegado.
Los niños del pueblo
sonríen muy contentos. Y aunque las luces comienzan a desaparecer, los niños
siguen felices, jugando alrededor del árbol de Navidad.
-No necesitamos más
luz – dice el alcalde al duende Mico. – Las sonrisas de estos niños son tan
hermosas y radiantes como una estrella fugaz. Sus sonrisas, iluminan nuestros
corazones en un día tan especial. Las sonrisas de los niños, son en realidad, las
luces de Navidad más brillantes que podamos desear.
FIN
Rocío
Cumplido González
NOTA: ESTE CUENTO SE HA POBLICADO EN EL NÚMERO DE NAVIDAD DE REVISTA BULEVAR
Que cuento más encantador y mágico, ya te extrañaba mi querida hada, debo confesar que yo soy un poco como el duende Mico jejeje pero quizá me has hecho cambiar de opinión jejeje, muy bello cuento!!! lo he disfrutado mucho! xoxo feliz
ResponderEliminarGracias eliz tu siempre tan buena conmigo, yo tambien estraño escribir, estos meses he estado muy liada. Intento escribr un poco los findes.
ResponderEliminarbss cielos y gracias de nuevo por tu coment