Rocío Cumplido González (cc) 2021 #cuentosinfantiles #diversidad
Mi hermano pequeño el gigante.
Un deseo esta hecho de magia
y sueños.
Nace en tu interior y te susurra desde el corazón.
Dice: “ tú espérame, muy pronto volveré.”
Y un segundo después, ya no
está,
vuela alto y lejos, bailando junto el viento.
Pronto descubrirás que se ha hecho realidad.
Pero quizás, no exactamente como imaginas que será.
Apoyo los
pies en la pared para escalar hasta la ventana
y ver mejor.
— ¿Dónde están
Pa y Papá?— pregunto dando otro pequeño salto.
— Llegando—
responde mi abu mirando los destrozos en la pared. — Estarán aquí en un
santiamén.
Ojala pudiera
creer en ella; ¡pero no te puedes fiar de mi abuela!
Una vez me
juró que cuando cumpliera siete años sería tan alto como el árbol del patio.
¡Pero nada! ¡No puedo
alcanzar ni la primera rama!
Arrastro una
silla frente a la ventada, dispuesto a pasarme el día vigilando como si fuera
un detective privado. ¡Pero soy muy malo! ¡Brinco como una rana, cada vez que
alguien pasa!
No son ellos, no es él.
— ¿Estás
listo Adán?— pregunta abu sonriendo. — ¿Estás listo para ser un hermano mayor?
— Si—
respondo dudando. Aún no lo tengo claro.
— Bueno
espero que sea verdad… ¡Ahí están!
Antes de que
abu se dé cuenta, ya he salido corriendo por la puerta.
— ¡Seré el
primero en abrazarlo!— grito sin creer que mi deseo haya llegado.
Pero cuando
llego a la calle solo está Pa. No encuentro ni a mi hermanito, ni a mi papá.
— ¿Dónde
están?— pregunto a Pa.
— Justo ahí— responde señalando al final de la calle.
Estiro mi cuello tanto como el de una jirafa, pero nada, no veo por donde andan.
Hasta que…
En la calle
aparece un enorme tractor, empujando el carrito de un bebe y en la cabina está
mi papá. ¡Lo conduce como todo un profesional!
De repente,
todo es oscuridad y las estrellas empiezan a asomar.
¡El cuerpo de mi
hermanito oculta el sol en toda la ciudad!
— ¡No es un
bebe!—le reclamo cuando para el tractor. — ¡Yo pedí que me trajerais un bebe!
Pa y Papá se
miran a los ojos y luego me miran a mí. Por algún motivo no dejan de sonreír.
— ¿No quieres
conocer a tu hermano pequeño?— Me pregunta Pa cogiéndome en brazos. Ahora podía
ver algo mejor a mi hermano.
— Vamos a
llamarle Ben.
— ¿Pe…,
pequeño?— balbuceo, — ¡es un gigante!
— Pero
también es un bebe— me asegura Pa. — Solo es más alto que tú y que todos los
demás.
*********
Por su culpa
tuvimos que mudarnos a una casa nueva.
Era perfecta para Ben, aunque no para mí.
— ¡SOCORRO!
¡AYUDA!— suplico perdido en la gigantesca alacena. Allí es donde mis padres mantienen los cereales de
chocolate lejos de Ben.
…., o cuando
necesito ayuda para bajar las increíblemente altas escaleras de la casa.
…, ah ¡y
cuando no puedo salir solo de la enorme bañera!
— Debes
entenderlo— me pide papá, — tu hermano pequeño es más grande que los demás.
— Eso ya lo
veo— le respondo molesto.
Y no soy el
único que se ha dado cuenta de eso…
Mi hermano
pequeño el gigante nunca pasa desapercibido. La gente les hace a mis papas miles de preguntas sobre Ben; pero ninguna sobre mí.
— Podría
pagaros millones por ese bebe— asegura el dueño de un circo, mientras les
enseña unos papeles.
— Solo tienen
que firmar, justo aquí y yo cuidaré muy bien de este pequeñín.
Pa y Papá hicieron los papeles trizas y le amenazaron con llamar a la policía.
— Si cambian
de opinión vayan a “El inesperado circo de
Zazel”— dice el hombre, lanzándo al aire una carta de póker. — Creo que Ben
estaría mucho mejor con una familia menos simple y del montón.
Ese día nos
los pasamos encerrados en casa y jugamos a unos juegos viejos que a mis papis
les encanta. Aunque yo no puedo dejar de pensar en Zazel y me pregunto:
— ¿Estaría yo
mejor si Ben no fuera mi hermano menor?
********
— ¡El circo
es una pasada total!— exclama una compañera de clase en el recreo, — hay una
niña con barba, tiene pelo por todo el cuerpo y la cara. Un niño que no tiene
pelo; pero nada de nada y la principal atracción es…
¡Un unicornio que no
tiene solo un cuerno, tiene dos!
Ahora estoy
deseando ir a ese circo y ver con mis propios ojos a todas esas criaturas y a
esos niños.
— ¡De eso ni
hablar!— me prohíben mis papas. — No te acercarás a ese lugar. Ese Zazel es muy
peligroso, no te puedes fiar.
— Pero venga,
porfa, ¡please!— suplico, — de verdad que quiero ir.
Pero una vez
más la respuesta fue: — ¡NO!
— ¡¿Y todo
por culpa suya?!— pregunto señalando al “bebe”. — Si Ben no formara parte de
esta familia, podría ir al circo y pasar allí todo el día.
No tienen ni
que decírmelo. Sé que estoy castigado hasta el cambio de siglo. Aun así ya en
mi habitación, me siento frente a la puerta y espero a Pa o Papá. Estoy seguro
de que alguno de ellos vendrá.
TOC, TOC, TOC
— ¿Esta tu
hermano pequeño aquí?— pregunta papá asomando la cabeza por la puerta.
— Claramente
no— respondo con mal humor.
De repente
sus labios empiezan a temblar. Mira mi habitación muy preocupado, como si
estuviera buscando algo.
— No salgas
de tu cuarto— me ordena. — Esta noche te cuidará la abuela.
Papá sale
pitando antes de que pueda preguntarle qué está pasando. Así que me escabullo
de mi cuarto para espiarlos.
Pero cuando los escucho hablar, no puedo creer que eso sea
verdad.
— Ben se ha
escapado, y sé que es conmigo con quién está enfadado.
Continuará...
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