Un nuevo día comienza en la gran mansión.
La gente no para de entrar y salir, sacando cajas del camión de la mudanza y
llevándolas de un lado para otro. Los pasos de los empleados retumban por todas
partes y a cada rato se escucha un vaso de cristal o una lámpara cayendo al
suelo, rompiéndose en mil pedazos.
Lumic refunfuña nervioso dentro de su baúl
de madera antigua. No puede parar de moverse de un lado para otro, se vuelve
hacía la izquierda, hacía la derecha, se enrolla las piernas alrededor del
cuello y se encoge hasta el fondo; pero nada, no consigue tranquilizarse.