Un nuevo día comienza en la gran mansión.
La gente no para de entrar y salir, sacando cajas del camión de la mudanza y
llevándolas de un lado para otro. Los pasos de los empleados retumban por todas
partes y a cada rato se escucha un vaso de cristal o una lámpara cayendo al
suelo, rompiéndose en mil pedazos.
Lumic refunfuña nervioso dentro de su baúl
de madera antigua. No puede parar de moverse de un lado para otro, se vuelve
hacía la izquierda, hacía la derecha, se enrolla las piernas alrededor del
cuello y se encoge hasta el fondo; pero nada, no consigue tranquilizarse.
—Que haya un niño, que haya un niño—
suplica Lumic sin parar. Y es que lo que no te he contado todavía, pero que
ahora te voy a revelar, es que Lumic es, en realidad, un mago. Sin embargo, no
es como cualquier mago normal, no. Lumic es muy especial. Quizás tú mismo le
hayas conocido; aunque si eres un adulto puede que ya no le recuerdes, ya que
sólo los niños pueden tener “amigos imaginarios”.
Lumic adora su trabajo como amigo
imaginario: Jugar con los niños, ayudarles cuando tienen algún problema y,
sobre todo, le encanta ver la sonrisa en sus caras cuando realiza sus trucos de
magia. Por eso desea con tanta fuerza que entre un niño en la casa. Si no,
tendrá que quedarse encerrado en aquel baúl, solo, mucho tiempo más.
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Mientras, en la entrada de la gran mansión,
Peter, un niño de unos siete años, de pelo castaño y ojos claros, mira
impresionado el lugar que desde aquel día se convertiría en su hogar. La
familia de Peter había sido la dueña de la mansión durante años. Su padre solía
pasar todos los veranos aquí cuando era pequeño; pero después se convirtió en
un adulto y llegaron las responsabilidades de persona mayor. Ahora, eran esas
mismas responsabilidades las que habían hecho que, tanto Peter como su familia,
se mudaran a vivir a este bello lugar, el cual, le tenía reservada una sorpresa
muy especial.
En el momento en el que Peter puso sus
pequeños pies, adornados con unos preciosos zapatos de charol marrón, dentro de
la gran mansión algo increíble empezó a suceder: Arriba, en el desván, el baúl
donde Lumic estaba encerrado comenzó a brillar por sí solo. Las miles de
estrellas que adornaban aquel viejo y polvoriento baúl empezaron a girar sin
control, hasta que, poco a poco, cada una de estas estrellas fue encontrando su
lugar formando un hermoso diseño.
Lumic está ahora muy emocionado: —¡Lo
sabía! ¡Hay un niño!— Lumic no puede aguantar más. Lleva mucho tiempo esperando
ese momento. No ha vuelto a salir de aquel baúl desde que aquel niño que pasaba
solo los veranos en la gran mansión se hiciera mayor y dejara de creer en la
magia y en él.
— ¡Por fin!— grita Lumic encantado. La
última estrella ha encontrado al fin su lugar formando una hermosa constelación
con forma de león. Cuando la garra del león toca la cerradura, el baúl se abre,
dejando salir a Lumic junto con todo sus artilugios mágicos. Listos y
preparados para que aquel niño pudiera disfrutar de sus increíbles trucos de
magia.
—¿Cómo será el nuevo niño o niña? ¿Será
simpático? ¿Tendrá imaginación? ¿Le gustará la magia?— Lumic baja sobrevolando
las escaleras mientras se hace todas estas preguntas, se esconde detrás de unas
cajas que hay amontonadas al pie de la misma y mira a su alrededor. Entonces ve
a Peter:
—Parece un buen chico— piensa Lumic al ver
a aquel niño andando de un lado para otro, mirando con curiosidad todo lo que
hay a su alrededor; pero aún es demasiado pronto para las presentaciones. Así
que Lumic vuelve al desván para preparar su gran actuación.
Cuando la noche cae y todos se van a
dormir, Lumic baja hasta la habitación de Peter atravesando las paredes como si
fuera un fantasma y empieza su función con una gran presentación:
—¡Pasen y vean al mejor mago de todos los
tiempos! ¡Pasen y vean una función que les dejará sin respiración! ¡Pasen y
vean al gran mago Lumic, un gran artista del ilusionismo, que activará su
imaginación y les dejará prendado el corazón!
En ese momento Peter se despierta y lo que ve
le deja pasmado: Un mago con capa y sombrero de copa está justo delante de él
haciendo trucos de magia increíbles. Lumic, para impresionar al chico, hace el
truco de desaparecer unos instantes,para después volver a aparecer, haciendo
una gran reverencia, al otro lado de la habitación. Muchos niños se asustarían
al ver algo así; pero Peter no es como los demás. Peter es muy valiente, cree
en la magia y en lo imposible. El niño se queda hipnotizado viendo los trucos
de magia que realiza Lumic y cuando éste termina su función, Peter se acerca
hasta Lumic para pedirle que le enseñe a hacerlos. Lumic, muy contento al
descubrir que Peter es un niño muy curioso y de mente abierta, accede a
enseñarle todos sus trucos y desde entonces se convierten en grandes compañeros
de juegos.
En poco tiempo Peter es capaz de realizar
increíbles trucos de magia: hacer desaparecer monedas, convertir rosas en
palomas y por supuesto, aprende el truco de sacar un conejo de la chistera.
Una noche, los padres de Peter deciden dar
una gran fiesta para celebrar su nueva vida en la mansión y el niño piensa que
esa es una gran oportunidad para demostrarles a todos sus progresos en las
artes mágicas.
La noche de la fiesta, todos, sin excepción,
quedan impresionados con la función. Sobre todo sus padres. Nunca antes se
habían percatado del asombroso talento de su hijo y aplauden muy orgullosos
cada vez que el niño finaliza un truco. Cuando Peter termina su espectáculo
todos lo rodean entre ovaciones y aplausos:
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—¡Vaya, tenemos al próximo Houdini entre
nosotros!— exclama un hombre mayor con bigotes de punta.
—¡Fantástico, muchacho! ¿Cómo lo has
hecho?— pregunta otro.
—Un mago nunca revela sus secretos—
responde el niño, poniendo cara de angelito.
—Al menos cuéntanos quién te ha enseñado esos
trucos– dice su padre, que también siente mucha curiosidad por saber quién ha
sido el maestro de su hijo. Peter, inocentemente, les cuenta la verdad: Que
Lumic, un mago que vive en el desván, le ha enseñado todo lo que sabe; pero,
por supuesto, nadie le cree y todos se ríen de él:
—Ja, ja, ja, ja. ¡Qué gran imaginación
tienes, muchacho!— dice uno de los invitados mientas sacude con una mano el
pelo de Peter, dejándolo completamente despeinado.
Cuando todos se marchan, Peter intenta
convencer a sus padres de que la historia del mago Lumic es cierta. Sin
embargo, éstos, en lugar de creerle, se quedan muy preocupados, ya que piensan
que Peter es demasiado mayor para tener amigos imaginarios. Por el momento,
deciden dejarlo estar:
—Con el tiempo se olvidará de esa historia
absurda— piensa convencido su padre. Pero los días pasan. Peter sigue
defendiendo su verdad y no está dispuesto a dejar que nadie lo deje por
mentiroso. Sus padres, en más de una ocasión, lo han descubierto hablando sólo
de madrugada en su habitación y cansados de tanta tontería le echan al niño una
buena regañina:
—Tienes que olvidar esas historias sobre
magos que viven en el desván— dice su padre muy enfadado.
—¿Es que quieres que todos se rían de ti?
Peter mira a su padre con lágrimas en los
ojos. No entiende por qué no le cree. Él, más que nadie, debería saber que está
diciendo la verdad.
—Reconoce de una vez que te has inventado a
ese mago Lumic y empieza a comportarte como un hombrecito de la vida real.—
Después de decir ésto, el padre de Peter se da la vuelta y le prohíbe a su hijo
volver a realizar trucos de magia.
Esa noche, Peter se va a la cama muy triste
porque piensa que ha decepcionado a su padre. Cuando Lumic va a su habitación
para enseñarle más trucos, se da cuenta de que algo no va bien. Lumic intenta
que Peter le cuente lo que ha pasado; pero el pequeño esconde la cabeza debajo
de las sábanas y le pide a Lumic que se marche y que lo deje tranquilo.
El tiempo pasa y Peter no parece mejorar.
Cada día está más y más triste. No quiere hacer nada. No quiere salir de casa,
ni quiere jugar y ni siquiera quiere que Lumic le enseñe nuevos trucos de
magia. Lumic intenta hablar con Peter; pero éste lo ignora y finge que no le
puede ver.
Ahora es Lumic el que se pone muy triste
porque sabe lo que viene a continuación. Peter, en poco tiempo, dejará de creer
en él y tendrá que volver a su encierro en el baúl. No obstante, Lumic no está
dispuesto a dejar que eso pase y piensa en un plan para que Peter vuelva a ser
el mismo niño alegre y soñador de antes.
Al día siguiente, al anochecer, el padre de
Peter está en su despacho, rodeado de papeles, haciendo las cosas típicas de
persona mayor. Cuando, de repente, ve como un pedazo de papel cae suavemente
desde el techo. El papel aterriza justo en frente de el. El padre del pequeño
agarra el papel y lo mira con atención. Es un dibujo en el que un niño y un
hombre con capa y sombrero de copa viajaban juntos en un pequeño barco. Al
principio cree que se trata de un dibujo hecho por su hijo; pero al fijarse
mejor se da cuenta de que eso no es posible, ya que ese dibujo es muy antiguo.
¡Era su dibujo! ¡Lo había dibujado él mismo cuando era pequeño!
—No es posible. Ni siquiera lo recuerdo—
piensa el padre de Peter, mirando fijamente el trozo de papel. De pronto, otro
dibujo baja desde el techo. En éste también estaban el mismo niño y el mismo
hombre con capa y sombrero de copa haciendo volar una cometa en la playa.
—¿Cómo es ésto posible?— El padre de Peter
miraba los dibujos impresionado, intentando recordar en qué momento los había
pintado. Entonces, cientos de dibujos empiezan a descender desde el techo,
hasta que al final la mesa queda cubierta con todos ellos.
Lumic, que está sentado en una de las vigas
de madera del techo, observa como el padre de Peter va cogiendo cada uno de
estos dibujos y los mira fascinado. En ese momento, el padre de Peter se da
cuenta de algo importante. Coge algunos de los dibujos y sale del despacho a
toda velocidad.
***
—Pasa— dice Peter sin muchas ganas cuando
su padre llama a la puerta de su habitación. El padre del niño coge la silla
que hay junto al escritorio y la acerca hasta la cama de Peter para sentarse a
su lado.
— ¿He hecho algo malo?— pregunta el niño,
desconcertado, al ver la extraña expresión de la cara de su padre. Su padre le
muestra los dibujos que unos minutos antes habían aparecido sobre su mesa y se
disculpa con su hijo por haberse enfadado tanto:
—Esta noche he recordado que yo también fui
un niño como tú. Fui un niño muy travieso e igual que tú disfrutaba cada día
con ese gran don que es la imaginación. Peter, tienes que disfrutar tu niñez
todo lo que puedas. Corre, juega, salta y cree. Cree en la magia, en el mago
Lumic y en todo lo que quieras durante el mayor tiempo posible.— Peter, emocionado
por las palabras de su padre, le abraza muy fuerte. Su padre le devuelve el
abrazo feliz, sabiendo que Peter seguirá siendo un niño extraordinario algún
tiempo más.
Cuando el padre de Peter está a punto de
salir de la habitación, se gira para mirar a su hijo y, en ese momento, justo
por el rabillo del ojo, ve una figura alargada con capa y sombrero de copa al
lado del escritorio del niño.
—¿Lumic? No… No puede ser… Tiene que haber
sido mi imaginación— piensa el padre del muchacho mientras cierra la puerta de
la habitación.
Peter, rebosante ahora de alegría, salta de
la cama y saca del armario todos sus artilugios de magia.
—¿Qué trucos me vas a enseñar hoy?—
pregunta Peter muy animado.
—Todos los que quieras— responde Lumic muy
contento al ver que Peter vuelve a ser un niño alegre y feliz.
Lumic sabe que ésto no durará para siempre.
Algún día Peter se hará mayor: el mundo real y las responsabilidades de persona
mayor harán su aparición y Lumic tendrá que volver al baúl a esperar que otro
niño venga a vivir a la gran mansión. Pero no esta noche. Esta noche, Lumic y
Peter van a pasárselo genial, realizando los más increíbles trucos de magia que
nunca antes hayas podido imaginar.
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Fin.
Rocío
Cumplido.
Me ha encantado escribir este cuento. Hay mucho de mi en este niño.
ResponderEliminarEs una historia maravillosa Roro :) me encanta que Lumic no se rindiera y que le recordara al papá que alguna vez también fue pequeño ... ¿sabes? son cuentos como el tuyo los que nos recuerdan que la magia sigue existiendo y que nos devuelven la inocencia para ver con ojos renovados el mundo que nos rodea :) excelente trabajo!!!!!!!! simplemente maravilloso! xoxo, Eliz
ResponderEliminarHola Rocío he tomado prestado este blog de Eliz porque de verdad quería dejarte un comentario en este cuento tan maravilloso, es cierto que al crecer uno pierde la capacidad de asombrarse, de imaginar, de jugar y otras cosas, pero tu me has recordado que uno siempre esforzarse por conservar esa chispa, esa inocencia que hace del mundo algo único ... de verdad gracias, un saludo, Magnus :)
ResponderEliminarGracias Eliz y Magnus. Vuestros comentarios significan mucho para mi. Me animan a seguir escribiendo y a mantener activa la imaginación. Bss :)
ResponderEliminarSuelo perderme en la delgada linea que existe entre lo que ocurre realmente dentro de mi cabeza y el improvisado collage que los hombres cortésmente ensamblamos para vivir mas o menos de acuerdo los unos con los otros, y que llamamos "realidad", cuando estoy perdido, mi única salida, como en el caso de Hansel y Gretel es seguir el camino de migas que deja mi conciencia para regresar de nuevo a la absoluta verdad de mi vida que es la que yo mismo ensamblo.
ResponderEliminarLo que mas me gusta de tu historia es la hermosa referencia que haces a la definición de la realidad, nuestras capacidades y objetivos se encuentran configurados de acuerdo a nuestra apreciación de las cosas, y es obvio que entre mas extenso sea el espectro de nuestra percepción, mayor será la escala de nuestras aspiraciones.
Toma el ejemplo de Da Vinci, Newton o Edison, su vida y sus logros fueron sobresalientes gracias a que su percepción de la realidad estaba definida por las determinaciones que su misma experiencia y curiosidad dictó, quien sabe...tal vez ellos también aprendieron sus trucos de algún maestro que se ocultaba en el desván, la pregunta aquí será, a cuantos magos hemos dejado dentro del baúl?
¡Buenísima historia!
El espectáculo de un mago para fiestas es increíble es donde los niños serán los protagonistas de la fiesta o evento sin dejar de lado al resto de espectadores.
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