¡Corre!
¡Corre! Metete en la cama y prepárate para dormir, que los reyes magos están a
punto de venir. ¡Que sí, que sí, que te aseguro que los puedo oír!
Sin
embargo, antes de que cierres los ojos y
caigas en un mundo de sueños y fantasías, vas a escuchar una historia de
Navidad. Esta historia está escrita en las estrellas y sólo los que creen en la
magia pueden leerla. Ahora abre el corazón y empieza a jugar con tu
imaginación, que esta historia empieza en tres… dos… uno… ¡Acción!
Erase
una vez, a las afueras de Belén, tres reyes de Oriente que se marchaban después
de haber visitado al niño del pesebre. En ese momento la estrella que los había
estado guiando bajo de los cielos. ¡Era la estrella de Navidad!
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—Para recompensaros
por todas las dificultades que habéis pasado, voy a concederos un regalo. —
dijo la estrella tintineando.
Al rey
Melchor, la estrella le regaló el poder de mover objetos. Ahora podía hacer
volar hasta un camello y moverlo en el aire sin esfuerzo.
Al rey
Baltasar, la estrella le regaló el poder de congelar el tiempo. Ya no tendrían
que ir a todas partes deprisa y corriendo.
Pero fue
al rey Gaspar al que la estrella concedió el poder más singular. El rey mago de
barba marrón no podría hacer cosas como volar o tener súper velocidad. —Tendrás
un don muy especial Gaspar—confirmó la estrella—. Podrás alegrar el corazón de
una persona entristecida, con el poder de tu amable sonrisa.
Desde
entonces los tres reyes de Oriente se dedican a recorrer cada continente;
repartiendo regalos llenos de ilusión, amor y esperanza. Llevando una pizquita
de alegría a cada casa.
Cada vez
que llega la noche del cinco de Enero; el rey Baltasar congela el tiempo, para
no despertar a los niños que ya están teniendo dulces sueños. Justo después,
con un simple chasquido de dedos, el rey Melchor saca los regalos de las
alforjas. Les ordena que vayan volando y se pongan al lado de los zapatos. —
¡Pero tened mucho cuidado!— les advierte el buen mago—. ¡No vayáis a caeros
y a pisar la cola del perro!
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El rey
Gaspar ayudaba si se lo pedían; pero no hacía mucho más. — ¿Qué puedo hacer yo
para ayudar? Mi poder no tiene nada de especial. —pensaba el rey mago, cuando
era más joven y menos sabio.
En uno
de sus viajes alrededor el mundo, los reyes magos visitaron Laponia y se
pasaron a saludar a San Nicolás (o Papa Noel si es así como le quieres llamar).
—
¿Cómo puedo ayudar con mi don?— preguntó
Gaspar al bueno de San Nicolás.
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—
Simplemente sonríe sin parar, verás cómo llevas felicidad a algún corazón
triste en Navidad—. ¡No puedo ir por la calle sonriendo como un viejo loco!—se
quejó el rey mago—. ¡Los niños se asustarán y me meterán en el manicomio!
A
principios de un mes Enero, los reyes magos llegaron a un pequeño pueblo.
Tenían que comprobar la lista antes del gran día. Asegurarse de quien había
sido bueno y quien había sido algo travieso.
Al
cruzar una calle llena de tiendas algo llamó la atención de Gaspar. En una pastelería un niño tenía la
nariz pegada al cristal. El pequeño
miraba fijamente un delicioso roscón de reyes.
— ¡Mamá
mira, ese es el favorito de papá! —grita ilusionado el chico. La madre mira el
precio y cuenta el dinero que le queda en el
monedero. —Lo siento hijo — responde la madre—. Ahora no podemos
permitirnos un capricho.
Gaspar
conmovido, les cuenta a sus amigos lo que ha visto. Juntos como el gran equipo
que son piensan en una solución. Al final se les ocurre una idea genial y de
paso, conseguirán que Gaspar pueda utilizar su poder para ayudar a los demás.
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Unos
días después, los magos de Oriente crearon la primera cabalgata de reyes. Todas
las personas se podían acercar y contemplar a los magos de la Navidad. Los
niños llenaban sus bolsas de caramelos, mientras los adultos miraban a Gaspar que
sonreía contento. Los corazones de esos padres se llenaron de felicidad, porque
a pesar de las dificultades sus hijos habían tenido una noche mágica y
especial.
Y ahora
te toca a ti cerrar los ojos y dormir, porque los reyes magos ya están aquí.
Baltasar congelará el tiempo. Melchor hará volar tus regalos por la habitación
y Gaspar sonreirá, para que todos
tengáis una Feliz Navidad.
¡FIN!
Rocío, que cuento tan tierno, tan sensible y hermoso, como tu, lleno de magia y nos contagias a todos! de verdad muy hermoso!
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