Sinopsis:
Sancho es un perro mestizo de pelo gris. Vive en un precioso
refugio, en el que cuidan a animales de todas las partes del mundo. Ha crecido
escuchando historias maravillosas sobre lugares increíbles en los que nunca ha
estado. Pero… ¿Cómo podría visitarlos? ¡Nadie quiere adoptarlo!
Una
pequeña aventura donde el valor y la bondad, traspasan las barreras del mundo
animal.
En
un lugar de Sierra Morena, de cuyo nombre todos los niños se acuerdan, existe
un refugio llamado “amigos peludos”; donde animales de todas las partes del
mundo esperan encontrar un nuevo hogar, con humanos que los quieran de verdad.
—
¡Vamos todos arriba! ¡Hoy es día de visita!— gritó Sancho recorriendo cada
jaula, caseta y establo.
Sancho,
es un perro mestizo de pelo gris. Sus primeros dueños lo abandonaron cuando era
un cachorro, por no ser de “pura raza” y desde entonces vive en el refugio;
escuchando historias maravillosas de cada rincón del mundo.
—
¿Podrías no gritar tanto?— pidió el loro Vini medio bostezando—. Es muy
temprano, todavía no han llegado.
Vini
es un loro de plumas azules. Antes vivía en la Polinesia, en un lugar llamado Islas
Marquesas:
—
Donde yo nací, la arena es tan blanca que casi parece nieve y el mar es de color
azul turquesa. Las nubes se reflejan sobre el agua y parece que estas nadando
entre ellas.
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Sancho
soñaba con viajar a ese lugar y a otros más de los que había oído hablar. El
refugio era un lugar genial; pero demasiado pequeño para un perro con tanta
curiosidad:
—
Si un aventurero me adoptara; podría viajar y descubrir cómo es el mundo en
realidad.
Pero
el día terminó y nadie lo adopto. Al ser un perro sin pedigrí, ni raza; no
querían llevárselo a casa.
Esa
noche, mientras observaba como aparecían en el cielo las primeras estrellas;
decidió que se convertiría en un perro vagabundo y así podría viajar por el
mundo.
Le
llevo un buen rato; pero al final con la ayuda de sus patas, consiguió hacer un
agujero para salir al otro lado de la verja.
—
¿A dónde voy ahora?—se preguntó mientras caminaba a través de la montaña.
De
repente, los árboles se amontonaron ocultando a la Luna, dejándolo casi a
oscuras.
—
¡Ayuda!—suplicó una voz desde la rama de un árbol. — ¡Por favor ayúdame, no me puedo mover!
Sancho
caminó hasta la voz. Al ver quien lo llamaba casi sale corriendo. Era una
serpiente, atrapada en una rama, completamente enroscada.
—
Que no te de miedo mi aspecto— le pidió la serpiente—. Porque mi piel sea
áspera y esté cubierta de escamas, no significa que sea mala.
Al
mirar a la serpiente a los ojos, supo que hablaba con sinceridad. Como el loro
Vini le dijo una vez: “Si quieres saber
si alguien te dice la verdad míralo a los ojos, ellos nunca te mentirán aunque
lo intenten ocultar.”
Sancho
consiguió subir hasta la rama y tiró hasta que la desenroscó. Al verla tan
débil, decidió que era mejor volver al refugio. Aquel era su hogar, un buen
lugar con cuidadores que lo querían de verdad y cuidarían de la serpiente tan
bien como lo hacían con los demás.
Cuando
los cuidadores del refugio vieron a Sancho aparecer con la serpiente corrieron
a ayudarlo, pensando que el reptil lo había atacado. Sin embargo, los ladridos
de Sancho les hicieron darse cuenta de que el perro estaba bien; y que era a la
serpiente a quien tenían que atender.
Rápidamente
llamaron a un veterinario que se hizo cargo del animal. Lo cuidó toda la noche
con la ayuda de Sancho, que no se apartó de su lado.
—
¿Estas muy preocupado por tu amiga, verdad?—preguntó el veterinario acariciando
el pelo de Sancho—. No te preocupes, pronto se recuperará.
Y así fue, al día siguiente la serpiente ya se
arrastraba por el campo, como si nada le hubiera pasado.
Antes
de irse, el veterinario les dijo a los cuidadores que quería adoptar a Sancho:
—
Me han ofrecido un trabajo que me llevará a muchos lugares, donde hay animales
extraordinarios que necesitan de mis cuidados.
—
¿Te gustaría acompañarme pequeñajo?— preguntó finalmente el veterinario,
agachándose para acariciar a Sancho.
El
perro comenzó a ladrar con entusiasmo y tras firmar todo el papeleo, Sancho y
su nuevo dueño se fueron.
Camino
al aeropuerto, Sancho imaginó todas las aventuras que estaba a punto de vivir,
en este gran mundo por descubrir.
FIN.
Rocío
Cumplido González.
En memoria de Ángel Muñoz.
Gracias por creer en mí.
Gracias por creer en mí.
Rocío, no sabes el gusto que me da ver que tus cuentos son cada vez mas bellos,mas sentidos,mas imaginativos y únicos,eres una gran escritora, y me quito el sombrero,tu amigo,desde las estrellas seguro también lo piensa, gracias por llenar el mundo de belleza un saludo,tu amiga que también cree en ti, Eliz
ResponderEliminarHola Eliz, que alegría leerte! Gracias por tus palabras, este año me había descuidado en más de un sentido; pero me dí cuenta que si me doy por vencida la batalla estará perdida. Este es nuestro momento amiga. Muchas gracias de nuevo. Bss
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