domingo, 3 de junio de 2018

# cuento corto # cuento infantil

Las crónicas de Sancho: Un mundo por descubrir.

Sinopsis: Sancho es un perro mestizo de pelo gris. Vive en un precioso refugio, en el que cuidan a animales de todas las partes del mundo. Ha crecido escuchando historias maravillosas sobre lugares increíbles en los que nunca ha estado. Pero… ¿Cómo podría visitarlos? ¡Nadie quiere adoptarlo!

Una pequeña aventura donde el valor y la bondad, traspasan las barreras del mundo animal.




En un lugar de Sierra Morena, de cuyo nombre todos los niños se acuerdan, existe un refugio llamado “amigos peludos”; donde animales de todas las partes del mundo esperan encontrar un nuevo hogar, con humanos que los quieran de verdad.

— ¡Vamos todos arriba! ¡Hoy es día de visita!— gritó Sancho recorriendo cada jaula, caseta y establo.
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Sancho, es un perro mestizo de pelo gris. Sus primeros dueños lo abandonaron cuando era un cachorro, por no ser de “pura raza” y desde entonces vive en el refugio; escuchando historias maravillosas de cada rincón del mundo.

— ¿Podrías no gritar tanto?— pidió el loro Vini medio bostezando—. Es muy temprano, todavía no han llegado.

Vini es un loro de plumas azules. Antes vivía en la Polinesia, en un lugar llamado Islas Marquesas:

— Donde yo nací, la arena es tan blanca que casi parece nieve y el mar es de color azul turquesa. Las nubes se reflejan sobre el agua y parece que estas nadando entre ellas.
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Sancho soñaba con viajar a ese lugar y a otros más de los que había oído hablar. El refugio era un lugar genial; pero demasiado pequeño para un perro con tanta curiosidad:

— Si un aventurero me adoptara; podría viajar y descubrir cómo es el mundo en realidad.
Pero el día terminó y nadie lo adopto. Al ser un perro sin pedigrí, ni raza; no querían llevárselo a casa.

Esa noche, mientras observaba como aparecían en el cielo las primeras estrellas; decidió que se convertiría en un perro vagabundo y así podría viajar por el mundo.

Le llevo un buen rato; pero al final con la ayuda de sus patas, consiguió hacer un agujero para salir al otro lado de la verja.

— ¿A dónde voy ahora?—se preguntó mientras caminaba a través de la montaña.

De repente, los árboles se amontonaron ocultando a la Luna, dejándolo casi a oscuras.

— ¡Ayuda!—suplicó una voz desde la rama de un árbol. —  ¡Por favor ayúdame, no me puedo mover!

Sancho caminó hasta la voz. Al ver quien lo llamaba casi sale corriendo. Era una serpiente, atrapada en una rama, completamente enroscada.

— Que no te de miedo mi aspecto— le pidió la serpiente—. Porque mi piel sea áspera y esté cubierta de escamas, no significa que sea mala.
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Al mirar a la serpiente a los ojos, supo que hablaba con sinceridad. Como el loro Vini le dijo una vez: “Si quieres saber si alguien te dice la verdad míralo a los ojos, ellos nunca te mentirán aunque lo intenten ocultar.”

Sancho consiguió subir hasta la rama y tiró hasta que la desenroscó. Al verla tan débil, decidió que era mejor volver al refugio. Aquel era su hogar, un buen lugar con cuidadores que lo querían de verdad y cuidarían de la serpiente tan bien como lo hacían con los demás.

Cuando los cuidadores del refugio vieron a Sancho aparecer con la serpiente corrieron a ayudarlo, pensando que el reptil lo había atacado. Sin embargo, los ladridos de Sancho les hicieron darse cuenta de que el perro estaba bien; y que era a la serpiente a quien tenían que atender.

Rápidamente llamaron a un veterinario que se hizo cargo del animal. Lo cuidó toda la noche con la ayuda de Sancho, que no se apartó de su lado.

— ¿Estas muy preocupado por tu amiga, verdad?—preguntó el veterinario acariciando el pelo de Sancho—. No te preocupes, pronto se recuperará.

 Y así fue, al día siguiente la serpiente ya se arrastraba por el campo, como si nada le hubiera pasado.

Antes de irse, el veterinario les dijo a los cuidadores que quería adoptar a Sancho:

— Me han ofrecido un trabajo que me llevará a muchos lugares, donde hay animales extraordinarios que necesitan de mis cuidados.

— ¿Te gustaría acompañarme pequeñajo?— preguntó finalmente el veterinario, agachándose para acariciar a Sancho.

El perro comenzó a ladrar con entusiasmo y tras firmar todo el papeleo, Sancho y su nuevo dueño se fueron.

Camino al aeropuerto, Sancho imaginó todas las aventuras que estaba a punto de vivir, en este gran mundo por descubrir.
FIN.


Rocío Cumplido González.

En memoria de Ángel Muñoz.
Gracias por creer en mí.




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2 comentarios:

  1. Rocío, no sabes el gusto que me da ver que tus cuentos son cada vez mas bellos,mas sentidos,mas imaginativos y únicos,eres una gran escritora, y me quito el sombrero,tu amigo,desde las estrellas seguro también lo piensa, gracias por llenar el mundo de belleza un saludo,tu amiga que también cree en ti, Eliz

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  2. Hola Eliz, que alegría leerte! Gracias por tus palabras, este año me había descuidado en más de un sentido; pero me dí cuenta que si me doy por vencida la batalla estará perdida. Este es nuestro momento amiga. Muchas gracias de nuevo. Bss

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