sábado, 30 de junio de 2012

# cuento original # La biblioteca Alexander

La Biblioteca Alexander


Todos los libros tienen algo especial. Unos te hacen reír, otros llorar y muchos te hacen imaginar. Quizás que eres el capitán de un barco pirata que surca los mares del sur o una princesa atrapada en una torre esperando a que un príncipe la salve; pero sin duda los libros más especiales se encuentran en la biblioteca Alexander. Sus libros están llenos de historias increíbles, historias que siempre están cambiando. ¿Quieres saber por qué? Pues porque sus libros son mágicos. Cada vez que un niño o niña nace, nace un libro en la biblioteca Alexander. Donde, como por arte de magia, se escriben todas las historias que estos niños imaginan.

Víctor Alexander, es un niño de pelo rojizo, pecoso y con grandes ojos azules. Cada tarde, cuando sale del colegio, va corriendo a la biblioteca familiar para ayudar a su padre a cuidar de los libros. Hace muy poco tiempo que Víctor ha empezado a trabajar con su padre en la biblioteca y no para de hacer preguntas.



– ¿Por qué brillan tanto estos libros, papá?

– Porque sus dueños son muy pequeños, se pasan el día jugando e imaginando. Por eso sus libros brillan tanto, porque siempre están creando páginas nuevas- responde su padre, mientras quita el polvo de las estanterías.

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– ¿Y estos otros, papá? ¿Por qué son tan viejos y brillan tan poco?

–Porque sus dueños son ya adultos, no tienen tiempo para jugar ni imaginar; pero a veces, cuando están con niños, sus libros brillan un poquito- responde de nuevo su padre.

– ¿Y a esos, qué les pasa? pregunta Víctor, señalando una vieja estantería llena de libros viejos, desgastados y cubiertos de polvo.

–Sus dueños…– su padre se queda callado al darse cuenta de qué libros esta hablando su hijo. No sabe como explicarle por qué esos libros han perdido por completo su brillo. Pero Víctor es un niño muy listo y termina la frase que había empezado su padre.

–Sus dueños se fueron al cielo para cuidar de los niños pequeños, igual que hizo mamá. ¿Verdad, papá?

Su padre, emocionado por la excelente explicación de su hijo, se gira para abrazarlo.

–Eso es, sus dueños son ángeles, igual que mamá– dice su padre, mirando a su hijo a los ojos, ojos que tanto le recuerdan a su madre.

Cada día Víctor aprende algo nuevo. Un día ve como su padre, muy preocupado, saca un libro de la estantería porque tiene un brillo extraño.  Su padre abre el cajón del escritorio, coge un bote de tinta, una pluma de fénix y escribe una palabra en el libro: “chocolate”. Su padre le explica que cada vez que un niño está triste o inquieto, su libro cambia de color y cuando eso pasa, él tiene que escribir una palabra alegre para que el niño vuelva a estar tranquilo y contento. Víctor, muy impresionado, le dice a su padre:

 –¡Vaya! ¡Tienes un trabajo muy importante!

–Así es, pequeño. Por eso tenemos que tener mucho cuidado. Sólo debemos dejar entrar en la biblioteca a personas buenas y de confianza. Si no, algo muy malo podría pasar– dice su padre, mientras vuelve a colocar el libro en su lugar.

El tiempo pasa y Víctor aprende cada vez más rápido, incluso empieza escribir palabras alegres en los libros cuando es necesario. Su padre se siente tan orgulloso de su hijo que le hace un regalo muy especial:

 –Éste era el libro de tu mamá. Ella tenía una imaginación increíble, nunca dejó de imaginar, ni siquiera cuando se convirtió en una mujer adulta. Tienes que cuidarlo muy bien. ¿Entendido?

 –Entendido- dice Víctor, que ya tenía el libro entre sus manos y lo había empezado a ojear. Víctor está encantado con el libro porque está lleno de historias increíbles y muy especiales: cuentos de hadas, princesas y dragones, historias de piratas e incluso un cuento personalizado en el que Víctor conoce a un granjero que vive en la luna. Víctor no puede dejar de leer su nuevo libro favorito y aprovecha cualquier momento para hacerlo, incluso se esconde entre los pasillos de la biblioteca. 

Un día, el padre de Víctor tiene que salir un momento para hacer unos recados y deja al niño al cuidado de la biblioteca.

–Ten mucho cuidado y no dejes entrar a ningún extraño– le advierte su padre. Víctor cierra con llave desde dentro, coge el libro de su madre y se sienta en el sillón de su padre para empezar a leer. Al cabo de un rato llaman a la puerta. Cuando Víctor la abre descubre a un hombre mayor con aspecto desaliñado frente a la entrada de la biblioteca, tiritando de frío por culpa de la nieve.

 –Hola muchacho, me llamo Molière. ¿Me permites que me resguarde dentro de la biblioteca hasta que mis ropas se sequen?– pregunta el extraño hombre.

 Víctor no sabe muy bien qué hacer. Quiere ayudar al hombre que no para de tiritar; pero no quiere desobedecer a su padre. Víctor le explica al tal Molière por qué no puede dejarle pasar.

 –No te preocupes, niño, conozco a tu padre desde que éramos unos chiquillos como tú y estoy seguro de que no se enfadará porque me dejes pasar– dice Molière con una amable sonrisa. Víctor cree en la palabra del hombre y le deja pasar.

Pero cuando Víctor vuelve a cerrar la puerta, Molière saca una varita mágica de su abrigo y lanza un hechizo con el que paraliza al niño y lo deja flotando por encima del suelo. Ahora Víctor puede ver quién es en realidad Moliére. Es un brujo que quiere escribir palabras malas en los libros de los niños pequeños para poder controlarlos.

Víctor observa horrorizado como Molière coge libro tras libro y va escribiendo palabras malas en ellos: tristeza, castigo, depresión, soledad, etc… Víctor intenta sin éxito liberarse del hechizo con todas sus fuerzas. Como último recurso, Víctor empieza a gritar a Molière para intentar que deje de escribir.

–Cállate ya, muchacho, si no quieres que te pase algo malo.

Pero Víctor no se calla y grita cada vez más alto. Molière, muy enfadado, coge su varita y se acerca a él para hacerle daño; pero cuando el brujo estaba a punto de lanzar otro hechizo a Víctor, el brillo de un libro le empieza a cegar. ¡Era el libro de su mamá!
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Víctor no puede creer lo que están viendo sus ojos. El libro de su madre está flotando en el aire brillando sin parar. El brillo del libro envuelve toda la biblioteca y rompe el hechizo del brujo dejando al niño de nuevo en el suelo.

El brillo es tan intenso que Víctor tiene que cerrar los ojos; pero cuando los vuelve a abrir, descubre que el brujo Molière ha desaparecido y que el libro de su madre vuelve a estar de nuevo en su sitio. Cuando su padre regresa, Víctor le cuenta todo lo que ha sucedido:

– ¿Estás seguro que no te has quedado dormido y lo has soñado todo?– pregunta su padre que no termina de creer la historia de su hijo. Entonces Víctor le enseña a su padre uno de los libros en los que el brujo había escrito palabras malas. Ahora su padre puede ver que la historia del niño era cierta y sin perder más tiempo coge todos los libros que han sido dañados, borra todas las palabras malas y vuelve a escribir palabras alegres en ellos.

Esa noche, padre e hijo vuelven a casa juntos llevando con ellos el libro de su madre. Sabiendo, que en algún lugar, su madre los protege como un ángel guardián.



FIN.


Rocío Cumplido.







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4 comentarios:

  1. Espero que os guste esta nueva historia

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  2. Esta historia me ha emocionado y conmovido mucho Roro, porque como Alexander, yo también tengo un ángel que imaginaba cosas fantásticas todo el tiempo, muy hermosa historia!!!! eres genial! xoxo ,eliz

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  3. Me a encantado y emocionado!! Sigue escribiendo y no lo dejes!!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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