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¿Pero espera un momento? ¿De donde
sacan los reyes magos todos esos juguetes? ¿Crees que simplemente
aparecen en tu cuarto mágicamente?
Pues ahora te voy a desvelar un secreto
que a nadie le puedes contar. Siéntate y agárrate, esta
sorpresa te hará caer de un traspiés.
Allá en lo mas profundo del desierto,
detrás de una cumbre de arena, se esconde un taller mágico; donde
un juguetero de mil años de edad, fabrica durante todo el año los
juguetes que los niños aún no habéis pedido; pero con los que ya
estáis soñando. Y es que este juguetero tiene en su mágico taller
un árbol de navidad encantado: Cada vez que un niño o niña decide
cual es el regalo que quiere para la siguiente navidad, una bola
aparece en el árbol con la imagen del juguete grabado.
Así que cada año, cuando los reyes
han terminado de repartir caramelos a todos los niños de todos los
pueblo: recogen los paquetes y empiezan a repartir los regalos entre
todos los niños que han pedido un juguete. Después, los magos de
oriente se montan en sus camellos y se alejan siguiendo a una
brillante estrella, que los guiará en su viaje por todo el mundo.
Tras un largo año de duro trabajo, el
juguetero se prepara para su merecido descanso: se calienta un vaso
de leche con cacao, coge un plato con turrón de chocolate,
mantecados y se sienta en su viejo sillón junto a la chimenea. Justo
cuando esta a punto de quedarse dormido, una brillante luz le hace
abrir los ojos; y al mirar hacía el árbol de navidad no puede creer
lo que ve: ¡cientos de nuevas bolas han aparecido otra vez!
-¡Pero es imposible!- piensa el
juguetero. -Los niños aún no han tenido tiempo de abrir sus
regalos.
Cuando se acerca y coge una de las
bolas, se sorprende porque no hay nada grabado, no hay ningún
juguete dibujado. Entonces, las bolas empiezan a brillar y una a una
las voces de cientos de niños y niñas se pueden escuchar:
- No deseo juguetes este año, sólo deseo que mis padres encuentren un trabajo.
- No deseo juguetes este año, sólo que mi abuelo se ponga bueno, el pobre esta muy enfermo.
- No deseo juguetes este año, sólo poder vivir en una casa con mis padres y hermanos.
El juguetero no puede evitar
emocionarse al escuchar unos deseos tan puros, nobles y bondadosos.
-¿Como podría ayudarles?- piensa. Ya
que los reyes magos no irán a las casas de esos niños este año; pues ellos no han pedido ningún juguete, su realidad es muy
diferente.
De repente, las bolas de navidad
vuelven a brillar y de ellas salen el sonido de las risas de esos
niños: risas cuando juegan con sus padres, amigos o hermanos y risas
llenas ilusión al correr detrás de la cabalgata de los tres
reyes Magos.
Es entonces cuando el juguetero se da
cuenta de como ayudar a esos pequeñajos. Con las pocas herramientas
y materiales que quedan en el taller; el juguetero fabrica cientos de
palomas mensajeras. Estas palomas están echas con piezas de viejos
juguetes que quedaron olvidados en el taller, porque a veces los niños
deciden que quieren un regalo diferente.
Antes de lanzarlas a volar: el
juguetero les ata a sus patas un regalo para esos niños. Un regalo
muy especial.
Gracias a la magia de la navidad, las
palomas fabricadas con juguetes echan a volar y cruzan desiertos,
mares y continentes hasta que una a una llega a su destino.
La mañana de reyes; cuando los niños
despiertan, encuentran a los pies de sus camas una bola de navidad.
Al cogerlas, empiezan a brillar; y reflejadas en ellas los niños y
niñas pueden ver las imágenes de sus padres, sus amigos, sus primos
y hermanos: corriendo en bicicleta, jugando en la nieve ¡y la imagen
de sus deseos cumpliéndose!
De pronto, de la bola de navidad sale
la voz del juguetero diciendo:
- Juntos os divertiréis, juntos os reiréis y juntos vuestros deseos conseguiréis.
Felices y contentos los niños van
junto a sus padres corriendo: para darles un abrazo, un beso y pasar
el día jugando con ellos.
En su taller, el juguetero se recuesta
de nuevo en su sillón para descansar. Feliz porque ha podido darles
a esos niños y niñas un regalo que no habían pedido, con el que no
pasarán las horas jugando. Un regalo inesperado: el regalo de la
esperanza en un futuro mejor. Un futuro que juntos podrán
conseguir. Quizás se haga esperar; pero hasta entonces pasa una
Feliz Navidad con las personas que quieres, pues ellos son tu mejor
juguete.
FIN
Rocío Cumplido González.
Preciosos primi... y muy real... Bstossss
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