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domingo, 3 de septiembre de 2023

Pajarito y el mundo.

20:10:00 3 Comments

 


Pajarito y el mundo.


 

Un soplo de aire empujaba las alas de Pajarito, animándole a que las abriera y echara a volar. Sin embargo, en su interior una voz le decía: “no abras las alas” … “te vas a caer, no lo hagas.”


— No puedes huir de la llamada del viento—dijo su mamá al ver como temblaba. —Esto es lo que eres en realidad. Los pájaros hemos nacido para volar.


— ¿Y si me hago daño? ¿o me atrapan? —le preguntó. — ¿No te sentirías mal si algo malo me pasa?


— Nada malo va a pasarte si solo confías en las aves—respondió juntando la cabeza con la del pequeño. — Tienes que aprender a defenderte. Yo no voy a estar ahí siempre.


Entonces su mamá alzó las alas y echó a volar, alejándose a toda velocidad.


— ¡Mamá, mamá! —gritó, pero ella ya no podía escucharlo. Se había perdido entre los árboles del prado.


— ¿Y ahora qué hago?


Pajarito estaba completamente solo en ese viejo árbol. Ya no quedaba comida y tampoco estaba su mamá.


— Seguro que pronto algo malo me va a pasar.


—…Vuela—dijo el viento con un silbido.


El pequeño se tapó los oídos e intentó no hacerle caso, pero este siguió insistiendo: — El mundo está lleno de cosas maravillosas que ver. Si te quedas aquí te las vas a perder.


— ¿Cómo cuáles? —preguntó sin querer prestarle atención.


— Como el amanecer en las montañas o los delfines que nadan en el mar, ¡hay tantos lugares que podrías visitar!


Pajarito siguió buscando excusas para no volar y entonces miro al cielo. Un buitre se movía en círculos por encima de su cabeza. Como si quisiera bajar, pero aún no se atreviera.


— Mamá dijo que podía confiar en las aves, ¿no?


Sin embargo, el buitre no tenía buenas intenciones y Pajarito podía sentirlo.


Decidido a no convertirse en su aperitivo, el pequeño extendió sus alas y contó hasta tres.


— 1,…


— 2,…


— Y….


Impaciente, el viento lanzó una ráfaga de aire, haciendo que el pequeño perdiera el equilibrio y se precipitara al vacío.


— ¡Como mola! —exclamó al abrir las alas y alzarse sano y salvo hasta más arriba de la copa del árbol. —¿De qué tenía tanto miedo?


El buitre se marchó decepcionado, al ver que ya no podría atraparlo y Pajarito se apresuró en alejarse del carroñero.


Al cabo de un rato, aterrizó cerca de un riachuelo. Usando su pico, escarbó en la tierra buscando algún insecto que se pudiera comer.


— Los más jugosos siempre están debajo de las piedras grandes. —pensó.


Pero él era demasiado pequeño y aunque lo intentó, no pudo moverlas ni siquiera un centímetro, ni si siquiera dos.


Las lágrimas empezaron a brotar sin control. —¿Por qué me has dejado solo mamá?


Pajarito no se había dado cuenta, pero sus sollozos habían llamado la atención de un viejo lobo.


—¿Necesitas ayuda?


El lobo se acercó al pequeño con cautela y justo cuando estaba a su lado, justo cuando Pajarito pensaba que el feroz animal se lo zamparía de un solo bocado, desvió la cabeza y empujó la roca que había a su lado.


—¡Menudo festín te vas a pegar! —exclamó el lobo al ver tantas especies de insectos diferentes.


— ¡Corre, comételos ya! ¡se te van a escapar!


Los ojos del pequeño, bailaban entre el festín de gusanos y los colmillos de ese lobo con pelo gris. 


— Si tu no los quieres, me los como yo— afirmo con un guiño. — Tengo un hambre feroz.


Pajarito no sabía por qué, pero había algo en la mirada del lobo, que lo hizo confiar en él.


  Así me gusta. —dijo el lobo al verlo comer. — El mundo es un lugar peligroso. Necesitas alimentarte para estar fuerte y defenderte.


— ¿Entonces el viento me mintió? —preguntó al tragar el último bocado. — Me aseguró que era un lugar maravilloso. 


— ¡Es que puede ser ambas cosas y aún más! —respondió el lobo.


Su pelo gris no era muy frondoso y a través de él, podían distinguirse varias cicatrices. Ese lobo no solo había visto el mundo, lo había vivido.


 — Puede ser maravilloso, peligroso, inquietante, sorprendente. —continuó hablando. — Predecible e impredecible. Nada parece lo que es y a la vez, todo lo es.


Pajarito no había entendido todo lo que le dijo. Sin embargo, por primera vez, quería hacerlo. Quería conocer el mundo, entenderlo y aprender.


— ¿Sería eso lo que su mamá quería para el?—se preguntó. — Si sigo volando, quizás algún día la encuentre y pueda preguntárselo.


A la mañana siguiente, Pajarito se despidió del lobo y volvió a emprender el vuelo. Aunque esta vez, lo hizo con menos miedo.


Rocío Cumplido González.






Licencia de Creative Commons
Pajarito y el mundo by Rocío Cumplido González is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

sábado, 1 de febrero de 2020

Hermanas de corazón

19:52:00 0 Comments

(cc) 2020 Rocío Cumplido González #cuentoinfantil #cuentojuvenil #Sanvalentín

Hermanas de corazón


Milenios y eras atrás, cuando no se habían inventado los relojes, ni existían horas que contar. Nacieron tres diosas muy poderosas; aunque sus aventuras ya  han sido olvidadas por la historia.

Tarsemi, Perfana y Fimare vigilaban y cuidaban de un planeta Tierra que casi acababa de nacer. Donde los primeros humanos recién habían aprendido a caminar de pie.

Año tras año, se fueron creando nuevos poblados y asentamientos humanos. Los primeros instrumentos musicales dieron lugar a hermosas canciones, que nunca más volveremos a escuchar. Los niños inventaron sencillos juegos, que aún hoy día siguen existiendo. Todo era absoluta y maravillosamente perfecto.

Hasta que un día… dejo de serlo.

Perfana se enamoró de un joven con una gran curiosidad. Quería conocer todos los secretos de este planeta, que nunca podría recorrer entero y ella encantada; le explicaba cada curioso detalle, de cada rincón.

Un día, la diosa decidió renunciar a sus poderes para convertirse en un ser humano y  así, poder compartir juntos todas las maravillas del mundo.

— Prometo que nunca me olvidaré de vosotras dos— dijo abrazándolas. —Siempre os llevaré en mi corazón.

Al principio Perfana cumplió su promesa. Visitaba a las diosas a diario y algunas de esas veces, pasaban el día riendo y hablando. Parecía que en verdad, nada había cambiado.

Sin embargo con el tiempo, las diosas se percataron de cómo, poco a poco, Perfana se iba alejando y prefería pasar más tiempo en su nuevo hogar, junto a la nueva familia que acababa de formar. Así fue cómo terminó por olvidar; que alguna vez fue la más poderosa diosa que el mundo conocerá.

Esto creo una pequeña grieta en el corazón de Fimare.

— Yo nunca te abandonaré— afirmó la diosa a Tarsemi. — Juntas cuidaremos del mundo y lo veremos crecer.

Pero cómo muchos humanos han dicho alguna vez: — “nunca digas de esta agua no beberé.”
Aunque no estaba en sus planes, Fimare acabó enamorándose de una mujer cuyo ingenio y perspicacia, siempre conseguían hacerla reír a carcajadas.

— Ve junto a ella — la animo Tarsemi, sabiendo que eso era lo que Fimare deseaba hacer en realidad. — No renuncies a la felicidad.

Al igual que Perfana, Fimare prometió a la diosa que jamás se olvidaría de ella y que la llevaría en su corazón allá donde fuera.

Pero igual que la vez anterior, aquella promesa duró un latido… o tal vez dos.

Al final Fimare también prefería estar rodeada de las personas que formaban su nuevo hogar, terminando por olvidar, que fue otra de las más poderosas diosas que el mundo conocerá.

A pesar de que ahora tenía todo un planeta para ella sola que cuidar, Tarsemi siempre se las apañaba para visitarlas. No obstante, por algún motivo que no lograba entender,  nunca conseguía verlas a las dos a la vez.

Hasta que un día supo el por qué…

Aquella pequeña grieta en el corazón de Fimare, se había vuelto más grande. Las ex – diosas siempre estaban de pelea y como consecuencia, los dos pueblos entraron en guerra.

En ese momento, fue el  de Tarsemi el que en mil pedazos se rompió.

Y es que ninguna se había dado cuenta; pero cada vez que la diosa tenía que lidiar entre ellas dos, una grieta muy profunda se formaba en su corazón.

Al sentirse vacía y sin nada por lo que valiera la pena luchar, Tarsemi se transformó en una montaña rocosa que nadie podría escalar. Dejó a un planeta Tierra salvaje solo y sumergido en la oscuridad.

Al ver lo que sus tontas peleas habían provocado, Perfana y Fimare enterraron el hacha de guerra y unieron sus fuerzas.

— ¿Y cómo lo haremos?— preguntó Fimare una vez llegaron al pie de la montaña. — Es demasiado alta, no podemos escalarla.

— Eso no hará falta— aseguró Perfana.

Usando un antiguo conjuro que los magos del futuro nunca llegarán a aprender, cada una de las diosas extrajo de su interior; un fragmento de su propio corazón.

Fimare fue la primera en acercarse. Tocó la fría pared de rocas y le susurró a la montaña.

— No volveré a ser tan testaruda. Tú y yo siempre juntas.

Y su fragmento  desapareció en el interior.

Un segundo después, Perfana estaba también frente a la montaña junto a Fimare.

— El rencor nunca me volverá a cegar. Juntas las tres hasta la eternidad.

Y  su fragmento también, desapareció en el interior.

Dentro de la montaña, en una completa oscuridad, los dos fragmentos atravesaron cada estrecho recoveco, hueco y rincón hasta llegar a su destino, gracias a la magia del amor.
Entonces la montaña se iluminó y poco a poco desapareció.

Cuando cayó la última roca, las tres se reunieron en un abrazo y prometieron; que nada ni nadie las separaría de nuevo.

Y aunque cada una volvió a donde le pertenecía; esta vez lo hicieron convertidas en amigas. O como se decía en la antigüedad, en “hermanas de corazón”. Ya que siempre llevas un poquito de ellas en tu interior.
Encontrada en Google

Fin.


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